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Blog #6 (3/3) - La Huaconada de Mito, un relato personal y etnográfico

  • Foto del escritor: Gabriel LAUDE
    Gabriel LAUDE
  • 5 ene 2024
  • 20 Min. de lectura

Actualizado: 1 ene

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Luego de haber conocido el pueblo de San Jerónimo de Tunán donde vivían mis ancestros [ver parte 1/3] y de haber conocido a Lucho, un anciano de gran generosidad, en el pequeño pueblo de Mito [ver parte 2/3], les cuento a mis amigos Tom y Jade mi experiencia de la fiesta ancestral de la Huaconada de Mito, tercera y última etapa de mi viaje iniciático en el valle del Mantaro. En compañía de Lucho, pude vivir esta fiesta desde dentro, hasta el punto de convertirme en uno de sus protagonistas...

 

San Jerónimo de Tunán, viernes 5 de enero de 2024

 

Queridos Tom y Jade,

 

Espero que se encuentren bien. Les escribo desde San Jerónimo de Tunán, el pueblo de mis ancestros, donde he regresado a pasar unos días para participar en la fiesta de la Huaconada en Mito, que por primera vez viví el año pasado. Quiero compartir con ustedes mi primera experiencia de esta fiesta popular, que se celebra todos los años del 1 al 4 de enero en el pueblo de Mito, provincia de Concepción, en el valle del Mantaro. Es una fiesta muy especial porque durante su transcurso, los miteños interpretan la danza ritual de la Huaconada, una tradición milenaria que fue nombrada "Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad" por la UNESCO en 2010. Esta danza es interpretada alrededor de la plaza principal de Mito por grupos de hombres enmascarados conocidos como huacones. Los huacones, que representan al antiguo consejo de ancianos del pueblo, se convierten en la máxima autoridad de Mito durante toda la fiesta. Según la tradición, tienen el poder de azotar a cualquiera que se haya portado mal durante el año. En compañía de Lucho, un anciano de gran generosidad que conocí en Mito, pude vivir esta fiesta desde dentro, hasta el punto de convertirme en uno de sus protagonistas...

 

Domingo 1 de enero de 2023

 

¡Que empiece la fiesta!

 

05:00 a.m. - En medio de la noche me despierto de golpe. Por un momento, no sé dónde estoy. Miro a mi alrededor y vuelvo lentamente en mí. El terrible dolor de cabeza que siento me hace recordar la noche de borrachera de ayer [ver parte 2/3]. A lo lejos, resuena una música muy animada. Al parecer, las fiestas de fin de año aún no han terminado para todos. Afuera, todavía oscurece. Intento volver a dormir pese a la emoción que empieza a crecer en mí. En tan sólo unas horas, ¡va a empezar la fiesta de la Huaconada!

 

09:00 a.m. - A las nueve en punto, me encuentro en la plaza principal de Mito con mi cámara, listo para presenciar el arranque de la fiesta. Una melodía resuena a lo lejos, acompañada de un tamborileo constante. ¡Son ellos! Miro a mi izquierda y veo a los huacones subiendo por la calle principal de Mito acompañados por una orquesta. Me apresuro en acercarme a ellos y saco mi cámara como si fuera un reportero en una misión. Tomo innumerables fotos y videos, no quiero perder nada de este momento tan especial. Ya había visto fotos de ellos, pero verlos bailar en vivo, acompañados por la orquesta, y además en la plaza principal de Mito, es algo totalmente distinto. Me parecen a la vez majestuosos e inquietantes, con sus elaborados trajes y sus máscaras de expresión hostil. Los huacones que abren la marcha son los caporales, encargados de organizar la fiesta de este año. Cada año, esta responsabilidad recae en una familia distinta. La orquesta que los acompaña está compuesta por una docena de saxofones, dos clarinetes, un violín, un arpa y una tinya, un pequeño tambor típico de los Andes centrales cuyos orígenes son muy antiguos.


La llegada de los huacones a la plaza principal. 


Tipología de los huacones

 

Existen dos tipos de huacones, los huacones modernos y los antiguos. Por un lado, se distinguen por su atuendo. Los huacones modernos visten ropas de colores vivos y algunos llevan delantales bordados, señal de que están casados. Por otra parte, los rasgos de sus máscaras son similares a los de los conquistadores: nariz protuberante, bigote y expresión de terror, tristeza o burla.  Los huacones antiguos, en cambio, visten con colores apagados (blanco, gris o beige) y los rasgos de sus máscaras son los de un anciano que inspira respeto o miedo. También se distinguen por su forma de bailar. Los huacones modernos se ponen de puntillas al ritmo de la tinya como si montaran a caballo y, durante las dos variaciones que caracterizan la melodía de la huaconada, revolean su capa como las alas de un cóndor y se detienen brevemente, para luego reanudar su marcha. Repiten este patrón incansablemente hasta completar una vuelta completa a la plaza principal (lo que dura alrededor de media hora), creando una sensación hipnótica al observarlos continuamente. Los huacones antiguos, en cambio, tienen más libertad de movimiento, pero deben mantener una postura encorvada que imita la de un anciano. Sin embargo, ambos tipos de huacón están imbuidos de la misma autoridad, y ambos adoptan una voz grave de falsete cuando hablan, que sirve tanto para ocultar la identidad de los bailarines como para encarnar el carácter del huacón. No hay ningún requisito de edad para interpretar a uno de los dos personajes, pero siempre hay muchos más huacones modernos que antiguos. Sólo los hombres de buena conducta y gran integridad moral pueden ser huacones. Tradicionalmente, el baile se transmite de padres a hijos, y los trajes y máscaras se heredan. Hoy, sin embargo, el proceso para convertirse en huacón es más abierto.


Algunos huacones modernos con espléndidos delantales bordados. 


Una figura de autoridad

 

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Los huacones son figuras de autoridad. Por ello, cuando alguién del público desea dirigirse a un huacón, tiene que hacerlo usando el título de “Señor Alcalde”, mientras que los huacones se llaman entre sí “compañero”. Además, cuando el público se les acerca demasiado, los huacones pueden enfadarse y volverse amenazadores, golpeando el suelo con sus látigos. Es difícil saber si este enojo es fingido o real, pero es mejor no provocarlos, ya que tienen el poder de castigar a cualquier hombre del público con su látigo según su propio criterio. En este caso, señalan al hombre en cuestión y le dicen Hamuy, hamuy ("ven, ven" en quechua) hasta que la persona designada se acerca. Entonces, le azotan las piernas de fuerza variable con su látigo, antes de darle un abrazo amistoso. Ahora bien, estos "castigos" suelen tener un carácter jocoso y los latigazos no suelen ser muy dolorosos. Los huacones también pueden "castigarse" entre sí, ya sea de manera amistosa o cuando consideran que otro huacón no respeta la tradición, si éste no adopta una actitud adecuada o no viste apropiadamente. Así, los huacones son la máxima autoridad de Mito mientras dura la fiesta de la Huaconada, del 1 al 4 de enero. Esto da lugar a algunas escenas divertidas, como por ejemplo durante la ceremonia de investidura del nuevo alcalde de Mito, que tiene lugar cada tres años el 1 de enero, y que se celebraba justamente ese año. Mientras los huacones bailaban alrededor de la plaza, se oía de fondo la voz del presentador de la ceremonia, lo que provocó la ira de uno de los huacones, que golpeó el suelo con su látigo al grito de "¡Esto es Huaconada!", mensaje dirigido explícitamente al presentador, obligándole a disculparse por la coincidencia de ambos actos. Luego, antes de que el alcalde jure oficialmente su cargo, es tradicional que uno de los caporales tome el micrófono e informe al alcalde de sus exigencias para el próximo mandato, y le dé un azote, como para recordarle la autoridad moral que representan los huacones en Mito y, en particular, durante las fiestas de la Huaconada.


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El alcalde prestando juramento ante al caporal. 


Un espectáculo sorprendente

 

12:00 a.m. - Otro momento habitual de este primer día de fiesta es la escaramuza (también conocida como caramuza, del italiano scaramuccia que significa pelea breve de poca importancia, no decisiva). Este espectáculo tiene lugar hacia el mediodía en el coliseo de Mito y cuenta con varias docenas de huacones que interpretan números por parejas que alternan entre lo espectacular y lo burlesco. Puede que el espectáculo no forme parte de la tradición de la Huaconada como tal, pero no deja de ser muy entretenido. En cualquier caso, es un éxito innegable, como demuestran las filas de asientos abarrotados. El momento culminante del espectáculo se produce al final de la escaramuza, cuando un huacón tras otro intenta alcanzar una bolsa llena de billetes que se encuentra en la cima de un poste de madera de varios metros de altura. Una vez lograda esta hazaña, termina el espectáculo y se reanuda la fiesta.


 

Pequeño interludio etílico

 

Como en la mayoría de festividades andinas, la cerveza ocupa un lugar central en las celebraciones. En la plaza principal de Mito, la gente forma círculos de conocidos, en medio de los cuales nunca faltan botellas de cerveza. Cuando uno se encuentra con algún conocido en un círculo, es muy común que la persona te invite a unirte y compartir unas cervezas. Es difícil negarse, porque estaría mal visto, a menos de tener una buena excusa, ya que es una forma de mostrar el afecto hacia la persona con la que te reúnes. Por ello, cuando una persona trae una o más botellas de cerveza, se dice que es su "cariño". En reciprocidad, también se espera implícitamente que las personas del círculo inviten más botellas de cerveza cuando éstas se acaben, lo que crea una dinámica potencialmente infinita. Por lo tanto, siempre hay que tener suficiente dinero a mano para poder devolver el cariño que a uno le ofrecen y no correr el riesgo de que de quedar mal. En el círculo, todos tienen un vaso de plástico y, cuando llega una botella, hay que servirse (o al menos fingir de servirse si no se quiere beber) y entregar la botella al vecino que se encuentra a la derecha. Si uno es muy lento en tomar su vaso, puede que alguien le llame amigablemente la atención por medio de la interjección Upyay, upyay (“toma, toma” en quechua). Antes de la crisis de Covid, se dice que sólo había un vaso en el círculo, y éste giraba al mismo tiempo que la botella.

 

La Huaconada se apodera de mi cuerpo

 

4 p.m. - Al final del día, tanto he observado la danza de la Huaconada que empiezo a hacer algunos pasos de manera natural, como si se apoderara de mi cuerpo. Al verme, Lucho me pregunta :

- ¿Te gustaría bailar?

- Eh... No sé... Sí... ¿Sería posible?

- Voy a ver si puedo conseguirte un conjunto para mañana. ¿Pero estás seguro de que quieres?

- Si es posible, entonces sí, ¡me encantaría danzar!

- Veremos mañana, entonces.

 

Lunes 2 de enero de 2023

 

Una oportunidad inesperada

 

12:00 a.m. - Estamos disfrutando tranquilamente de una cerveza al sol con unos amigos de Lucho cuando, de repente, éste recibe una llamada. Habla unos instantes, cuelga y se dirige a mí. “Ya está, te he conseguido un traje. ¿Aún quieres bailar?” No había olvidado la oferta que me hizo Lucho el día anterior, pero debo admitir que a medida que pasaban las horas, había perdido la esperanza de encontrar un traje y me había resignado a no bailar. Ahora que por fin parece abrirse la oportunidad, estoy paralizado por la duda. ¿Realmente quiero bailar? O más bien, ¿seré capaz? "¿Ya te has decidido?", me vuelve a preguntar. Decido no escuchar mis pensamientos y confiar en mi instinto, que hasta ahora siempre ha sido un excelente guía. "Vamos", le digo. Bajamos por la calle principal y nos detenemos frente a una de las últimas casas antes de la entrada al pueblo. Lucho llama a la puerta. "¡Benito! Abre, somos nosotros", vocea. Un hombre de unos sesenta años abre la puerta. Me mira con desconfianza pero luego nos hace señas para que entremos. Penetramos en un jardín. Lucho le explica la situación: "Benito, para él es el traje. Es un francés particularmente aficionado a la Huaconada, y ha venido a Mito especialmente para conocer la fiesta. Nos conocimos este 31 de diciembre y congeniamos muy rápido. Es un buen muchacho, lo hará muy bien, ya verás". Benito parece dudar. Me mira y me pregunta por mis intenciones. Le explico de nuevo la situación, intentando sonar lo más sincero posible. Después de escucharme, añade: "La Huaconada va en serio, no es ningún juego. Una vez que estés en la plaza, tienes que hacerte cargo, no podemos permitir que nos pases vergüenza, ¿entiendes?". Asiento con la cabeza, un poco trastornado. Sé que no lo hace para intimidarme, sino para que entienda la responsabilidad que me corresponde si quiero convertirme en huacón. Ya no hay vuelta atrás, he tomado mi decisión, cueste lo que cueste. Luego agrega con más calidez: “Siéntense, les voy a traer algo de comer.”

 

La preparación

 

Benito entra en su casa y sale unos instantes después llevando dos cuencos de sopa llenos hasta el borde, y que desprenden un aroma delicioso. Nos da uno a cada uno y nos invita a comer. Es un caldo de cordero, una sopa típica de la sierra central hecha con verduras, patatas, arroz y cordero. Aunque el día es muy soleado, disfruto de esta sopa reconfortante y vigorizante. Mientras tanto, un amigo de Benito se presenta en la puerta. También le invita a sentarse para comer y le pide que vaya a por unas cervezas, ya que "beber te ayuda a bailar más suelto y juguetón", dice dirigiéndose a mí. Cuando terminamos de comer, Benito va a por el disfraz para que pueda vestirme. Ya he visto a grandes rasgos cómo es el atuendo de un huacón moderno, pero aún me sorprendo al ver todas las piezas que Benito trae una por una. Por suerte, ahí está él para guiarme. Primero, me pongo los pantalones de montar y la camisa blanca, las medias y las mangas tejidas, y luego los zapatos.



Hasta ahora he podido arreglármelas solo. Ahora es cuando las cosas se complican. Benito me ayuda a atarme el pañuelo negro alrededor de la cabeza de modo que sólo se vean mis ojos. A continuación, me ayuda a atarme un delantal azul, cuyo color combina con las mangas, las medias y los zapatos. Luego me ata la capa, que en realidad es una frazada con diseño de tigre que pesa bastante. Para terminar, coloco la máscara en mi rostro y el sombrero encima, amarrando este último debajo de la nariz de la máscara para que no se caiga. ¡Ya estoy listo! El amigo de Benito está particularmente entusiasmado con mi apariencia. "¡Chocolate!", exclama en señal de aprobación, e insiste en mi tamaño que, según él, es excelente para un huacón. Me hace gracia, ya que en Francia no estoy acostumbrado a que se fijen en mí por mi tamaño. Un poco más tarde llega Percy, a quien conocí el 31 de diciembre pasado [ver parte 2/3], y que ha aceptado ser mi padrino de Huaconada. Él ya está vestido cuando llega. Se me acerca enseguida y me dice: "He pensado mucho en tu nombre de bautizo, será Puka Amaru. Puka ('rojo' en quechua) porque ambos compartimos los ideales del socialismo, Amaru ('serpiente' en quechua) en referencia a Túpac Amaru [1] porque tú también llevas dentro ese espíritu rebelde". Me conmueven sus palabras. Después, ensayamos los pasos de la danza en el jardín de Benito. Estoy muy concentrado, siento en el más hondo de mi ser la responsabilidad que me corresponde, no sólo ante mis “protectores”, sino también ante la tradición milenaria de la Huaconada. Llegó el momento de unirme a la danza.

 

Me uno a la danza...

 

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Salimos de donde Benito junto con Percy, y subimos por la calle principal que lleva a la plaza. Cuanto más nos acercamos, más densa se vuelve la multitud y mayor es el número de puestos de comida se agrupan a lo largo de la calle. A través de los dos pequeños agujeros de mi máscara, sólo puedo ver 5 metros delante de mí. Intento mover la cabeza con regularidad para mirar a mi alrededor y al suelo porque me cuesta orientarme. Tengo miedo de tropezar o chocar con algo o alguien. Al pasar, todas las miradas se posan en nosotros, un aura especial parece emanar de la indumentaria. Me tranquiliza saber que nadie puede percibir el miedo que siento a través de la máscara; la gente me ve como un huacón de pleno derecho. Después de abrirnos paso entre la multitud, llegamos a la plaza. Algunos huacones acompañados por la orquesta ya han empezado a dar la vuelta a la plaza, y nos unimos a ellos realizando los pasos característicos de la danza. Afortunadamente, los pasos no son muy complicados; lo que es menos natural, sin embargo, es encarnar el personaje del huacón. Uno tiene que danzar con aplomo conforme a su rango de autoridad, luego, cuando llega una de las dos variaciones de la melodía, hay que cubrirse con la frazada a la manera de un cóndor y terminar el movimiento con un rugido que imita al del jaguar.


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Además, el huacón es libre de golpear el suelo con su látigo o de elegir a cualquier hombre del público para azotarlo, como mencioné anteriormente. Para serles sincero, no hice uso de este atributo en esta primera ocasión. No me sentía lo suficientemente seguro como para hacerlo y preferí concentrarme en el baile antes de permitirme otras libertades. Otra dificultad es tener que danzar continuamente hasta dar toda la vuelta a la plaza, lo que suele durar una media hora. En pleno sol, me sofoco rápidamente bajo la máscara y sudo profusamente en la ropa. Además, la altitud hace que el esfuerzo sea aún más difícil de lo que ya es. Sin embargo, hay que seguir danzando a pesar del cansancio y el dolor, y sobre todo, mantener una actitud digna de un huacón. Por otro lado, me preocupa que algo de lo que llevo puesto esté mal o se haya salido durante la danza, porque no tengo forma de saberlo a menos que alguien del público u otro huacón se dé cuenta y decida ayudarme. Eso fue exactamente lo que me pasó durante la primera vuelta a la plaza, cuando un huacón experimentado se me acercó discretamente y me ayudó a ponerme de nuevo la frazada y la máscara, ya que no estaban del todo bien colocadas. Al final del recorrido, antes de que pudiera quitarme la máscara para respirar, varias personas se me acercaron para pedirme fotos, durante un instante me sentí como una celebridad. Finalmente, llega un descanso de unos veinte minutos, durante el cual los huacones se reúnen entre ellos o con sus amigos y familiares para tomar unas cervezas antes de reanudar la danza. Dos orquestas diferentes se turnan, de modo que los músicos también tengan tiempo para descansar. Hacia las cinco de la tarde, una vez finalizada la última vuelta a la plaza, se celebran las ceremonias del "corta rabo", en las que se bautiza a los nuevos huacones. Como era de esperar, a mí también me toco ser bautizado como huacón, una ceremonia muy peculiar.

 

El corta rabo, un bautizo muy peculiar

 

7 p.m. - Antes de que empiece el corta rabo, Percy, Lucho y Benito llaman a sus amigos y familiares (en particular a otros huacones experimentados) para que me rodeen durante la ceremonia. De antemano, se aseguraron de que una de las dos orquestas estuviera lista para tocar durante el bautizo. Una vez que todos se han reunido en círculo frente a la iglesia, la orquesta empieza a tocar la melodía tradicional de la Huaconada, mientras un huacón me rodea con su látigo para impedir que me escapé. Luego, otro huacón me carga sobre su espalda y alguien levanta mi frazada para dejar la parte inferior de mi cuerpo al descubierto. No puedo ver nada a través de mi máscara y aprieto los dientes en espera de los fatídicos latigazos que Percy, mi padrino, está a punto de darme. HUITSCHHH. El primer azote. Un dolor agudo se apodera de mis nalgas. Gritos y risas surgen del público.  HUITSCHHH. Segundo latigazo. HUITSCHHH. Tercer latigazo. El público exulta. Duele, pero el orgullo vence al dolor. Ya está, ¡ahora soy oficialmente huacón! Me bajan al suelo, y me voy a abrazar a Percy.



A continuación, la tradición manda que el nuevo huacón y su padrino paguen cada uno una caja de cerveza para agradecer a los familiares que estuvieron presentes en el bautizo y a los músicos que accedieron a tocar. A las cervezas que paga el ahijado se les dice la sangre y a las que paga el padrino el sebo. Llevamos las dos cajas al centro del círculo que se ha formado y repartimos varias botellas a los presentes, empezando por los músicos. A partir de ahí no hay mucha sorpresa: todo el mundo bebe alegremente hasta que no quede más que beber y alguien traiga más botellas, y así sucesivamente hasta que no quede nadie. Por mi parte, no duré mucho, y a eso de las 7 p.m. regresé a la casa de Lucho para cambiarme y alistar mis cosas, ya que al día siguiente tenía que tomar mi bus de regreso a Lima. Me despido de Lucho con mucha emoción, feliz de haberlo conocido y de haber vivido la fiesta de la Huaconada como nunca lo hubiese soñado, pero triste por separarme de él y del acogedor pueblo de Mito. En la euforia del momento, prometo regresar muy pronto a Mito y danzar de nuevo el año que viene...

 

Martes 3 de enero de 2023

 

Un descuido del destino

 

7:00 - Me despierto en mi pequeño departamento de San Jerónimo. Pienso en la increíble experiencia que viví en Mito estos últimos días y me pregunto si todo no habrá sido más que un sueño. Sin embargo, los terribles dolores que me arden en las pantorrillas al levantarme barren estas dudas de un tirón. Cuando estoy a punto de salir hacia la estación de autobuses, me doy cuenta de que, en la emoción del momento, no nos habíamos hecho una foto de recuerdo con mis dos ángeles de la guarda, Lucho y Benito. Me da un poco de pena, pero así son las cosas. Compruebo que no me he olvidado nada, mi teléfono, mis llaves, mi tarjeta bancaria... ¡Mi tarjeta bancaria! ¿Dónde está? Entro en pánico por unos segundos cuando de pronto recuerdo que aún está en el bolsillo trasero de mi pantalón de huacón que dejé en Mito. Llamo a Lucho para avisarle. Por suerte, ya está levantado y contesta mi llamada de inmediato. Le divierte la situación. "El destino hace bien las cosas", dice. No puedo estar más de acuerdo. Cuelgo y miro a Elvis.

- ¿Puedes llevarme a Mito?

- No, lo siento mucho, pero hoy no tengo mi coche...

Se queda pensativo unos segundos.

- Vamos en moto.

Sólo he montado en moto dos veces en mi vida y tengo que decir que no soy un gran aficionado de este tipo de transporte, pero no hay tiempo para vacilaciones. Me subo con Elvis y dejo mis miedos en el arcén. Salimos de San Jerónimo y retomamos la carretera en dirección a Mito. Poco a poco me relajo y dejo que el viento fresco de la mañana me acaricie la cara. Durante un rato, me olvido de mí mismo ante el esplendor del Valle del Mantaro. Pienso en la increíble experiencia que acabo de vivir en Mito, y luego pienso en mis antepasados, que vieron estos paisajes antes de mí. La vida me parece infinitamente dulce.


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Yo, Benito y Lucho (de izquierda a derecha) en el jardín de Benito. 


Así concluye la tercera y última parte de mi viaje por el valle del Mantaro. Me entristece dejar a Lucho, Percy, Benito y esta tierra de Mito que tanto me ha ofrecido. Me hubiera encantado quedarme más tiempo, pero otra aventura me espera en Lima. Estoy a punto de empezar un mes de formación intensiva en danza en la Escuela Nacional de Folklore.  Aún no lo sé, pero no será ni mucho menos la última vez que vea a mis queridos compañeros. Abandono el valle del Mantaro con el ritmo de la Huaconada resonando en mi mente.

 

Queridos Tom y Jade, espero haber logrado transportarles a estas tierras lejanas con su fascinante historia, y haberles dado a conocer un poco de la Huaconada de Mito, una tradición milenaria que perdura hasta nuestros días. Mis pensamientos están con ustedes, les mando un abrazo fuerte.

 

Gabriel

 

P.D. Este año he podido volver a Mito para participar nuevamente en la fiesta de la Huaconada, honrando así la promesa que le hice a Lucho el año pasado. Era muy importante para mí hacerlo, tanto por respeto a la gente que conocí en Mito como a la tradición, sobre todo la tradición dicta que una vez que uno es bautizado huacón, tiene que volver 7 años seguidos para no perder esa calidad. Aunque imagino que para muchos es imposible cumplir con esta regla, me parece que su principal objetivo es concientizar a los nuevos huacones de la responsabilidad que les corresponde para que esta tradición ancestral siga manteniéndose en el tiempo. Esta vez, pude quedarme hasta el final de la fiesta, y bailar como huacón confirmado. Incluso compré mi traje completo para la ocasión. Elegí el color rojo en referencia a mi nombre de bautizo: Puka Amaru ("serpiente roja" en quechua). En cuanto a la máscara, Lucho me ofreció amablemente una hecha por él mismo. También pude reparar uno de los únicos pesares de mi primera experiencia como huacón: no tener fotos ni vídeos que inmortalicen ese momento. Esta vez, planifiqué con anticipación y pedí que me tomaran varias fotos en mi indumentaria de huacón. Mi regreso a Mito para la Huaconada confirmó mi afición por esta danza mística y la importancia que para mí tiene esta tradición milenaria. Espero poder regresar muchas veces más para ver a mis amigos miteños y mantener mi compromiso con el dios Kon.


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Agradecimientos

 

Agradezco de todo corazón a Lucho por ser un amigo y guía tan generoso. También quisiera agradecer a Percy, Benito, Robert y Loly por guiarme de forma tan admirable a través de esta maravillosa tradición de la Huaconada. Finalmente, me gustaría agradecer a toda la familia Inga Picho y a los muchos miteños con quienes me crucé por la generosidad que siempre me demostraron.

 

Apéndice - Breve historia de una tradición milenaria

 

Según un experimentado huacón con el que conversé, lo que hace tan especial a la Huaconada es que es milenaria, mística y moralista. De hecho, la Huaconada es una tradición ancestral que se remonta a la época prehispánica, lo que la convierte en una de las tradiciones más antiguas del Perú. Según Gary, un historiador local que posee un museo dedicado a la Huaconada [ver parte 2/3], la influencia de la cultura prehispánica Chavín (1200 a.C. - 400 a.C.) se aprecia en los rasgos de la máscara del huacón. Esta última se caracteriza por una tripartición típica de la religiosidad andina entre el mundo de arriba (hanan pacha en quechua), el mundo terrestre (kay pacha en quechua) y el mundo de abajo (uku pacha en quechua), representados respectivamente por el cóndor, el jaguar y la serpiente. Por ejemplo, la nariz proéminente recuerda al pico del cóndor, mientras que la boca y los dientes afilados imitan la mandíbula del jaguar. También de acuerdo con varios miteños, esta práctica ritual se originó en la región prehispánica de Yakowasi, que abarcaba Mito y sus alrededores (en ese entonces, Mito no existía; el pueblo recién fue creado por los españoles, como se aprecia en el trazado geométrico de sus calles). En aquella época, los huacones salían de las alturas los primeros días del año para castigar a todos los que se habían portado mal durante el año, especialmente a los maridos violentos e infieles, y nunca se quitaban las máscaras para no ser identificados. Por lo tanto, la Huaconada no era una danza originalmente, sino una práctica ritual de control social. Según Simeón Orellana Valeriano, uno de los principales historiadores de la Huaconada, esta práctica también estaba imbuida de una dimensión mística vinculada al Dios Kon, lo que podría explicar la etimología del término huacón. Si bien esta relación es difícil de comprobar, podemos decir con certeza que la Huaconada no tiene relación alguna con la religión católica traída por los españoles. Como me dijo un miteño llamado José: "Por un lado está la Huaconada, por el otro está el Señor". Como ocurrió con todas las creencias prehispánicas, los españoles trataron de extirpar la Huaconada por considerarla una tradición pagana, pero ante la resistencia de los huacones, poco a poco se fue tolerando, sobre todo porque los valores morales que encarnaba esta tradición estaban conformes con el dogma católico. Poco a poco, la función social que caracterizaba a la Huaconada se fue diluyendo y se convirtió en una danza y una fiesta ritual. A pesar de ello, conserva su espíritu originario a través de la figura del huacón, que encarna la autoridad moral del antiguo consejo de ancianos del pueblo.

Además, según el sociólogo y fundador del grupo de teatro Yuyachkani Miguel Rubio [2], el personaje del huacón, junto con otros personajes que aún existen en ciertas fiestas andinas como el Kusillo y el Machutusuj, es emblemático de lo que él denomina teatralidad andina, una tradición teatral ancestral propia de la región andina que se caracteriza en particular por la falta de separación entre actor y danzante [3]. Este carácter ancestral de la Huaconada, junto con su dimensión mística y moralizante, fue determinante para que la UNESCO designara esta tradición "Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad" en 2010. Desde este prestigioso reconocimiento, la Huaconada de Mito ha crecido considerablemente en popularidad, haciéndose famosa en la región de Huancayo y más allá. Como resultado, la fiesta se ha extendido en los últimos años a otros pueblos aledaños a Mito, como Concepción. Sin embargo, es en Mito donde la tradición se considera más auténtica.

 

Para profundizar...

 

Lecturas

  • La Huaconada de Mito de Soledad Mujica Bayly, una excelente introducción a la historia de esta tradición y cómo se realiza en la actualidad.

  • La Danza de los sacerdotes del dios kon: la Huaconada de Mito, de Simeón Orellana Valeriano, un estudio en profundidad de los orígenes prehispánicos de la Huaconada.

 

Películas

 

 Notas a pie de página


1. Túpac Amaru II fue un cacique indígena que, en 1780, lideró una rebelión indígena contra los colonos españoles en Perú. El movimiento fracasó y Túpac Amaru fue descuartizado y decapitado públicamente en Cuzco en 1781. Sin embargo, pasó a convertirse en una figura mítica de la lucha peruana por la independencia y el reconocimiento de los derechos indígenas, y se le reconoce como el fundador de la identidad nacional peruana. Aún hoy representa un símbolo de la insumisión popular que a menudo es reivindicado en el Perú.

2. El grupo de teatro Yuyachkani es una compañía emblemática del teatro contemporáneo peruano y latinoamericano. Fundado en 1971, el grupo Yuyachkani ha producido un gran número de obras teatrales, la mayoría de las cuales suelen tener un contenido político o social, tratando de ser representativas de la realidad andina del país y con un interés particular en el tema de la violencia interna sufrida en Perú en los años 80 y 90. Sus piezas son de creación colectiva y se basan en una filosofía fundamentada en un proyecto de vida compartido por sus integrantes.

3. Rubio, Miguel (2009). "En busca de la teatralidad andina". Fiestas y rituales. X Encuentro para la Promoción y Difusión del Patrimonio Inmaterial de Países Iberoamericanos, p. 245-262. https://www.infoartes.pe/wp-content/uploads/2014/12/En-busca-de-la-teatralidad-andina.-Por-Miguel-Rubio.pdf

 
 
 

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