Blog #5 (1/2) – Nazca. Presencias del pasado.
- Gabriel LAUDE
- 1 mar 2023
- 10 Min. de lectura
Actualizado: 21 feb 2024

En esta carta, cuento a mi tío Stéphane el viaje que hice a Nazca con la familia Cantoral con motivo de las conmemoraciones del 34º aniversario del asesinato de Saúl Cantoral, icono del movimiento obrero minero. Durante este viaje, pude conocer mejor la historia de la cultura Nazca y sus impresionantes obras, pero también otras historias que, de una u otra forma, han dejado su huella en el paisaje: un pájaro nostálgico, un bosque desaparecido, una granja familiar invisible... Nazca es una región con un rico pasado que merece ser vivido en toda su densidad.
Lima, 1 de marzo de 2023
Querido tío Stéphane,
Me encuentro bien, no te preocupes.
Como bien debes saber, la coyuntura política en Perú está muy inestable en los últimos meses, pero a pesar de todo trato de sacar adelante mis proyectos. En particular, estoy trabajando en la investigación para mi tesis de maestría sobre la historia del sindicalismo minero peruano en la década de los 80.
Como parte de mi investigación, viajé a Nazca y Marcona, en la costa sur del Perú, a siete horas por carretera de Lima. Estas dos ciudades son centrales en la trayectoria de Saúl Cantoral, icono del movimiento obrero minero peruano. Saúl creció en Nazca con su familia y luego entró a trabajar en la explotación minera de Marcona, donde se convirtió en dirigente sindical antes de ascender al cargo de Secretario General de la Federación Nacional de Trabajadores Mineros a finales de la década de los 80. Desempeñó un papel destacado en la histórica lucha de los mineros por un estatuto único nacional en 1988 y 1989. Pagó con su vida esta importancia decisiva. El 13 de febrero de 1989 fue asesinado, junto con Consuelo García, por el Comando Rodrigo Franco, se presume - un grupo paramilitar a las órdenes del gobierno de Alan García (1985-1990). Para honrar su memoria, se realizan conmemoraciones todos los años en Nazca y Marcona en torno al 13 de febrero.
Tuve la suerte de poder unirme a la familia Cantoral durante estas celebraciones gracias a la intercesión de Ulises, uno de los hermanos de Saúl especialmente implicado en la lucha por obtener justicia por la muerte de su hermano y por recuperar su memoria. Conocí a Ulises mientras realizaba entrevistas para mi tesis de maestría. Deseaba hablar especialmente con él para conocer más a fondo la vida de su hermano Saúl. El líder sindical Saúl, pero también el hombre Saúl. Enseguida sentí la gratitud de Ulises hacia mí y su voluntad de apoyarme en mi búsqueda. Una semana después, estaba en el autobús rumbo a Nazca con Ulises y su esposa Maura para participar en las conmemoraciones del 34 aniversario de la muerte de Saúl Cantoral.
Mi encuentro con un extraño pájaro
Llegamos a Nazca al amanecer. Desde la estación de autobuses, tomamos un "tico", un modelo de coche ultracompacto característico de los taxis nasqueños. Las calles están desiertas, sólo unos pocos comerciantes comienzan a activarse lentamente. La ciudad sigue durmiendo. "Voy a llegar a mi casa después de tres años ¿cómo estará? ¿Se habrá caído?” se pregunta Ulises. Al cabo de unos minutos, llegamos a la subida Fermín en el barrio de Vista Alegre donde se encuentra la casa de los Cantoral. Vista Alegre es un barrio relativamente joven. Se desarrolló en los años sesenta a raíz de unas ocupaciones de tierras. Antes era una vasta llanura desértica. Los Cantoral fueron de los primeros habitantes de Vista Alegre. Nada más entrar en casa, Ulises se dirige al patio trasero y empieza a gritar "¡Pajarito!". Silencio. "¡Pajarito!". Entiendo que está llamando a su vecino. Entonces suena una voz a lo lejos, "¿Imaynallam kachkanki?" - ¿Cómo estás?" en quechua -, y aparece la cabeza de un anciano por encima de la pared de la casa vecina. Su nombre es Juan. Los dos compañeros parecen encantados de reencontrarse después de que la pandemia los separara durante más de tres años. A continuación, nos dirigimos a la casa de Juan para conversar y preguntarle si puede alojarme durante mi estancia en Nazca.
Mi primera impresión de Juan es ambivalente, me parece ser un personaje excéntrico. Juan se presenta como "Characato" [1] y repite en en más de una ocasión que se ha nacionalizado peruano, muy a su pesar, lo que hace sonreír a Ulises. Estas palabras denotan el orgullo característico de los arequipeños y su profundo apego a su tierra natal. Sin embargo, Juan describe Nazca como una tierra acogedora, aunque no sea la suya. Por otra parte, "Pajarito", como lo llama Ulises con cariño, sufre físicamente y se queja mucho de ello. Está pagando el precio de su fallida operación de la próstata y de toda una vida trabajando como albañil que ha deteriorado mucho su cuerpo. A pesar de ello, no ha perdido ni un ápice de lucidez. Él mismo se compara con un coche viejo cuyo motor aún funciona, pero del que hay que tirar todo lo demás. "La juventud ya se fue", añade con nostalgia. Tendría que haber seguido a sus hijos a Italia hace mucho tiempo, pero la fecha de caducidad de su pasaporte no lo permitió. Por eso sigue atrapado en Nazca, en el barrio de Vista Alegre, donde vive solo. No lo dice explícitamente, pero se nota su apego a esta tierra donde ha vivido la mayor parte de su vida y donde ha sido reconocido por su labor. De hecho, el Municipio de Vista Alegre le concedió el título de "Hijo Predilecto" por sus esfuerzos para obtener el reconocimiento administrativo del barrio que se logró en 1984. A pesar de la sencillez en la que vive hoy, Juan tiene la satisfacción de haber actuado siempre de acuerdo con sus principios, lo que le inspira decir: "Soy un hombre pobre, pero no soy un pobre hombre". Por otra parte, esto no le ha impedido tener una vida muy ajetreada, que le gusta contar sin cesar, siempre que encuentre un oído atento.
Al final de nuestra conversación, me lleva a la habitación que será mía por el tiempo que dure mi estancia. Está molesto porque pensaba que llegaría el domingo y no ha tenido tiempo de arreglar la habitación, no es habitual en él. "El reloj puede adelantarse o retrasarse, pero yo siempre soy puntual".
Primera vuelta por Nazca
Nazca es una ciudad tranquila. Está ubicada en un valle árido a medio camino entre la orilla del mar y los cerros que forman una muralla natural alrededor de la ciudad. Raramente llueve en Nazca y el calor puede ser sofocante durante el día. Sin embargo, la situación geográfica del valle propicia la aparición de vientos llamados "vientos paracas" - "lluvia de arena" en quechua - procedentes del desierto de Ica, al norte. Estos vientos pueden ser muy intensos y provocar tormentas de arena y polvo que afectan enormemente la visibilidad.
Unos meses atrás, se publicó un poemario en homenaje a Saúl Cantoral titulado Xaillis [2] contra la muerte. Estos poemas fueron escritos para un concurso de poesía celebrado en homenaje a Saúl en 1989, pocos meses después de su muerte. Ulises trajo consigo una caja llena de libros para distribuir entre los conocidos de Saúl y las autoridades de Nazca y Marcona. El día de nuestra llegada, lo acompaño en su gira de distribución por los diferentes municipios de Nazca y luego al colegio Simón Rodríguez, donde Saúl y todos los hermanos Cantoral estudiaron en los años cincuenta.
En el camino, Ulises señala un gran edificio que parece abandonado. Es una antigua fábrica de tratamiento de algodón. Me cuenta que en su época la economía de Nazca giraba en torno a grandes haciendas que producían algodón y donde él trabajaba cada verano con sus hermanos para contribuir a la economía familiar. Hoy en día, la producción de algodón es mínima, si no inexistente, en Nazca, porque los materiales sintéticos y las grandes haciendas estadounidenses han destruido cualquier forma de competencia para los productores locales. Ahora, la economía regional gira en torno a la minería ilegal, "lo cual hace que la gente deje de trabajar sus chacras como en el tiempo".
Viaje al tiempo de los Nazcas
Durante mi estancia, también aproveché para hacer turismo con los Cantoral y visitar algunos lugares emblemáticos de la cultura Nazca, una cultura preincaica que se desarrolló entre los siglos I y VII d.C. en torno a la parte sur de la costa peruana, entre Ica y Arequipa. El legado más famoso de esta cultura son las líneas o geoglifos de Nazca, grandes figuras dibujadas en el suelo que representan animales estilizados y formas geométricas. No tuve tiempo suficiente para verlas, pero lo que sí vi fue igual de fascinante.
Un prodigio de ingeniería hidráulica
La primera parada en nuestro camino fue el acueducto de Ocongolla - "lugar donde el agua surge de la tierra" en quechua -, ¡un prodigio de ingeniería hidráulica! En una región desértica como Nazca, el suministro y la gestión del agua fueron elementos clave para el desarrollo de la civilización. Aunque la ciudad está atravesada por un río, el Río Grande, la intermitencia de las precipitaciones, que sólo lo alimentan entre diciembre y marzo, obligó a las poblaciones de esta región a hacer prueba de su ingeniosidad. Así, los primeros habitantes de Nazca desarrollaron un sistema hidráulico que captaba el agua de la capa freática por filtración y la conducía por galerías subterráneas hasta almacenarla en un reservorio y luego distribuirla para la agricultura. En algunas partes del recorrido, también construyeron tramos abiertos en forma de cruz para permitir el mantenimiento del sistema. Son éstos los que pueden admirarse hoy en día. Con sus pilas de piedras formando una elipse, el lugar me recuerda un poco a un anfiteatro romano. Es asombroso pensar que cada una de estas piedras no se ha movido ni un milímetro en casi 1.500 años y, lo que es más, sin que se haya añadido ningún aglutinante, ¡sino gracias a la pura inteligencia de su disposición! [4]
Un árbol especial...
A continuación, retomamos la carretera rumbo al sitio arqueológico de Cahuachi. Un poco antes de llegar a nuestro destino, un elemento peculiar atrae nuestra mirada: un árbol majestuoso se yergue a un lado de la carretera, una extrañeza en este paisaje desértico. Es un huarango, un árbol codiciado por su madera y por su fruto dulce del que se obtiene un jarabe llamado algarrobina, muy apreciado por los peruanos y utilizado especialmente en cócteles. Los huarangos también son famosos por su longevidad, ya que algunos llegan a vivir hasta mil años. El que tenemos ante nosotros tiene cuatrocientos años, cualidad que le valió el reconocimiento oficial de las autoridades locales en forma de placa honorífica. No recuerdo haber visto nada parecido en ningún otro lugar, pero la iniciativa me parece interesante porque, al igual que algunos lugares históricos que tienen placas conmemorativas en la ciudad, los árboles tienen su propia historia que merece ser recordada y contada [5]. En este sentido, quiero contarte la historia del bosque de huarango que poblaba esta región en la época de los Nazcas. Este bosque cumplía una importante función ecológica, protegiendo al valle de la erosión causada por el agua y el viento, y de repentinas inundaciones, sobre todo cuando ocurría el fenómeno climático conocido como El Niño [6]. Según algunas hipótesis planteadas por científicos, los nazcas recurrieron a la deforestación intensiva de los huarangos para aumentar la superficie disponible para el cultivo, socavando la protección natural que éstos proporcionaban y contribuyendo así a su propia desaparición [7]. Una historia como tantas otras que nos permite reflexionar sobre nuestra propia relación con lo viviente.

La ciudad perdida de Cahuachi
Una vez pasado el huarango cuatricentenario, una construcción piramidal aparece en la lejanía a espaldas de las dunas de arena. Es Cahuachi. Literalmente, "el lugar donde viven los videntes". Cahuachi fue el principal centro ceremonial y administrativo de la cultura Nazca. El clima seco y el suelo árido han mantenido el sitio en un excelente estado de conservación. Con sus muros de adobe que forman largas líneas irregulares, Cahuachi parece un gran laberinto enigmático sacado directamente de una aventura de Indiana Jones. Las excavaciones del yacimiento comenzaron en 1982 bajo la dirección del arqueólogo italiano Giuseppe Orefici. Es asombroso pensar que la mayor parte del yacimiento -más del 90%- sigue bajo tierra y aún por descubrir. En su totalidad, el yacimiento ocupa más de veinte kilómetros cuadrados. Ahora entiendo por qué su descubridor, Giuseppe Orefici, lo considera "el mayor centro ceremonial de adobe del mundo". Pero la innegable importancia de Cahuachi contrasta con su paupérrimo fomento por parte del Estado peruano. El acceso a Cahuachi se ve dificultado por la ausencia de una carretera asfaltada desde Nazca, a 28 kilómetros, y las excavaciones en el yacimiento avanzan a paso de tortuga debido a la falta de financiación estatal. Por ello, las excavaciones se han podido llevar a cabo hasta ahora gracias en gran parte a la ayuda financiera italiana...
Breve desvío a un lugar lleno de recuerdos
Terminado nuestro recorrido, partimos hacia la que será nuestra última parada antes de regresar: Estaquería, un antiguo fundo de los Cantoral que quedó abandonado por casi treinta años. El terreno, ubicado a pocos minutos de Cahuachi, se revela en la hondonada de un valle donde se levanta un pequeño bosque. Solía ser una finca de la familia Cantoral, hasta que una crecida del río contiguo arrasó con la edificación en 1995. Desde entonces, el lugar ha permanecido abandonado. Es un momento fuerte para Ulíses, Eloy y Angélica, que rememoran sus nostálgicos recuerdos de infancia: Saúl pastoreando a las vacas en el campo, las Navidades pasadas en familia... Cae la noche sobre Estaquería, pero los hermanos mantienen la esperanza de que el día vuelva a amanecer sobre este lugar tan significativo en su memoria familiar.
Como ya te habrás percatado, Nazca es una tierra rica en historias que esperan ser recogidas. Historia con mayúsculas, pero también historias íntimas que bien merecen ser contadas a mi parecer. La suerte que tuve de descubrir Nazca y su patrimonio junto a Cantoral y en un acontecimiento tan especial como las celebraciones en memoria de Saúl me permitieron empaparme de todas estas historias con una profundidad poco común. También me hubiera gustado hablarte de la ceremonia en honor a Saúl Cantoral y de mi visita a la singular ciudad de Marcona, pero eso tendrá que esperar a otra carta, pues ésta ya es demasiado larga.
Querido Stéphane, espero que te haya hecho "viajar" de nuevo, como me dices a menudo. Tus palabras siempre alentadoras son una gran fuente de motivación para mí y te lo agradezco. Te doy un fuerte abrazo.
Gabriel
*Quiero agradecer de corazón a Ulises por la confianza que ha depositado en mí al invitarme a Nazca para compartir las celebraciones en honor a su hermano Saúl. También quiero agradecer a Juan, Maura, Angélica, Eloy por la hospitalidad y ternura que me brindaron, fueron como una familia para mí durante mi estadía en Nazca, la cual recordaré con mucho agrado.
Notes de bas de page
1. Uno de los distritos más tradicionales de la provincia de Arequipa, también un apodo común para una persona de la región de Arequipa en el resto de Perú.
2. El término xaillis hace referencia a un canto sagrado o epopeya inca
3. Terme issu du quechua désignant une ferme ou une terre agricole. Dans les villages de provinces péruviens il est commun que les gens possèdent une propriété en ville et une chacra à l'extérieur de celle-ci qu'ils peuvent utiliser pour l'agriculture ou l'élevage.
5. En los últimos años una nueva corriente historiográfica conocida como "historia ambiental" ha desarrollado esta perspectiva, estudiando la historia de la relación entre los seres humanos y los seres vivos.
6. Aumento de la temperatura del agua del mar en la costa occidental del continente latinoamericano, que produce lluvias torrenciales.
7. Fuente : https://www.inforegion.pe/40645/la-cultura-nazca-desaparecio-por-deforestar-un-bosque-de-huarango/















































































































Nazca, presencias del pasado, me has hecho viajar a todos los lugares, que con mucha pulcritud y armonía, has descrito cada visita, me siento hasta emocionada, gracias por compartir, Gabriel, te felicito y auguro éxitos en tu vida profesional.
Carmen Chávez Arce